El pitcher cubano José Antonio Huelga lanzó 20 entradas de un tirón el domingo 19 de mayo de 1968, una hazaña que hoy parece propia de ciencia ficción.
Sobre todo al comparar aquella hombrada sobre el box del estadio habanero Latinoamericano con la época actual, cuando el béisbol de la Isla cuida los brazos de los lanzadores como si fueran la niña de sus ojos.
Fue en ocasión del quinto juego de la Primera Serie de las Estrellas y el lanzador derecho que recién había cumplido 20 años de edad tiró esa misma cifra de entradas, en un partido que Occidentales y Orientales terminaron con abrazo a tres carreras.
Desde la lomita de la selección oriental, Huelga, quien llevó siempre el número uno en el uniforme, terminó su actuación tras seis horas y 37 minutos de juego con 267 lanzamientos, 158 strikes y 109 bolas.
En la actualidad lo máximo que permite la reglamentación de los Campeonatos cubanos a un abridor son 120 pitcheos.
Para hacer más dramático el partido, el derecho de la central provincia de Sancti Spíritus culminó su faena con ponche al camarero capitalino Urbano González, a quien la mayoría de los entendidos considera como el hombre de mejor tacto en el último medio siglo de la pelota cubana.
El resumen de su labor aquel memorable domingo en el principal foro beisbolero nacional mostró que en 69 veces oficiales al bate la tanda occidental le conectó una decena de imparables, una sola de las anotaciones resultó limpia, con nueve ponches y tres boletos.
Desde la trinchera opuesta Andrés "Papo" Liaño estuvo casi a similar altura que el héroe de la jornada con un relevo final de 10 entradas y dos tercios, durante los cuales dejó la pizarra en blanco, con seis hits permitidos, nueve ponchetes y tres boletos.
Sólo dos incogibles permitió Huelga en las primeras siete entradas, ambos a la cuenta del jardinero capitalino Eulogio Osorio.
Pero en el cierre de la octava sus rivales remontaron el marcador (3-2), aprovechándose de un error del antesalista Owen Blandino.
Tocó en suerte al propio Blandino un turno al bate en la novena y el pundonoroso jugador -conocido como el Gallo de Cabaiguán- sacó la pelota del parque para nivelar el marcador.
La pizarra mantuvo el 3-3 hasta que los árbitros sentenciaron las tablas, tal vez por cansancio, sobre todo del público que llevaba más de 12 horas en sus asientos, pues la lluvia demoró el inicio del partido.
Para tener una mejor idea del espectacular cerrojo del abridor-cerrador oriental baste apuntar que en la octava entrada regaló 19 bolas y en la vigésima Âíuna sola!
El lanzador diestro había ganado el segundo juego de la serie, 4-3 en Santiago de Cuba, ante el también desaparecido zurdo de la selección nacional Santiago "Changa" Mederos.
Y para remachar la faena tiró 11 entradas en el noveno y decisivo encuentro disputado como local en la central ciudad de Santa Clara el 30 de mayo, cuando Blandino dejó al campo a los Occidentales (2-1) con hit al izquierdo ante un lanzamiento del relevista Gaspar "Curro" Pérez.
Por esas casualidades de la vida, al año siguiente en el estadio Quisqueya de la capital dominicana El Curro fue el héroe del Campeonato Mundial ganado por Cuba ante Estados Unidos y Blandino el líder de bateo con .500 de promedio.
En las últimas 31 entradas ante Huelga, Occidentales sólo logró pisarle el plato en tres de ellas.
LOS DIOSES MUEREN JÓVENES
El derecho que fue la revelación como debutante en la temporada anterior (1967), recién había concluido el calendario regular de la séptima edición de los clásicos nacionales con 16 ganados y cinco perdidos, promedio de 1.31 carreras limpias por juego y 151 ponches propinados en 178.2 innings lanzados.
Su trayectoria seguiría en ascenso hasta convertirse a muy temprana edad en la principal carta de triunfo del pitcheo cubano en lides internacionales.
Quizá lo más recordado por sus legiones de admiradores fue la victoria ante el estadounidense Burt Hooton en el primer juego del play off del Mundial de 1970 en Cartagena, Colombia, que la novena antillana ganó 3-1 en 11 entradas y el propio pitcher contribuyó con el hit de oro.
Al día siguiente entró a relevar en el quinto episodio con el partido 4-3 por Cuba y no sólo sofocó la rebelión de los norteños, sino que retiró a 14 de los 16 bateadores que enfrentó para preservar la victoria final de 5-3.
Con José Antonio Huelga se cumplió el axioma de que los dioses mueren jóvenes. El 4 de julio de 1974 un accidente de tránsito en las cercanías de La Habana segó la vida del estelar deportista, que llevaba casi un año alejado de los diamantes a causa de una lesión en la pierna izquierda. (Tomado de la COCO)
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