miércoles, 24 de febrero de 2010

Neisser Bent Vázquez, campeón con raíces mayariceras.


LA SEGUNDA mitad de la década de los 90 resultó su etapa esplendorosa, con clímax el 24 de julio de 1996 en los Juegos Olímpicos de Atlanta, cuando junto a su compatriota Rodolfo Falcón (plata) escoltó al estadounidense Jeff Rouse (oro) en el podio de los 100 metros espalda.

Un día antes, el 23 de julio, Neisser Bent consiguió en las eliminatorias el segundo mejor tiempo de la distancia con 54,83, aún récord cubano, solo superado por el propio norteño, que marcó 54,20, y en aquel momento plusmarquista mundial con 53,86.

Al año siguiente conquistó par de medallas doradas en el Campeonato Mundial de curso corto de Gotemburgo y en 1998 se ubicó cuarto en el certamen del orbe de Perth, Australia, en pileta larga como en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Maracaibo, donde cosechó dos títulos con marcas para el evento en 200 metros de los estilos dorso y combinado, y esa misma cantidad de platas en 100 espalda y relevo libre.

Camino a su segunda cita olímpica, la de Sydney 2000, un año antes estaba en el 21 del ranking mundial en corta con 56 segundos, aunque en 1996 apareció en el quinto y a menos de 60 centésimas de la cota universal.

Lesiones, problemas de salud, situaciones en algún momento —principalmente en el invierno— con las piscinas y quizás otras razones tuvieron que ver con su inestabilidad en lo adelante, pues nunca -a pesar de su juventud y madurez deportiva- volvieron a repetirse días como en los de su época de gloria.

Mientras, los seguidores de su padre, el pelotero holguinero Ricardo Bent William, fallecido en plena juventud debido a una descarga eléctrica, seguían idolatrando al nadador, aunque hubiesen querido verlo vestir el mismo traje que el progenitor y alegrando como éste las tribunas con memorables batazos.

Además de estas competencias que te llevaron a codearte con la elite y tienen especial significación para ti, ¿cuáles otras recuerdas con mayor agrado?

En el mundial de Perth no alcancé medalla, pero me marcó; llegué un poco cansado porque antes fue el Grand Prix, que estaba entre mis preferidos, era una competencia dura pero los nadadores la disfrutábamos; era cada fin de semana, casi un mes por diferentes sedes y asistían muchos competidores de Europa que no iban en muy buena forma, pero ayudaban bastante.

¿Cómo es ahora un día para Neisser?

Cuando comencé a trabajar en el 2007 solo laboraba hasta el mediodía por los niños, la hembrita recién nacida (Daniela) y el varón (Neisser Ricardo), aún muy pequeño, y vivía solo con mi esposa (Gisell Saavedra). Como aún los muchachos no tenían círculo infantil, en la Marcelo Salado me consideraron mucho, así fue hasta diciembre, que vino en mi auxilio Daniela, la mamá de mi esposa.

¿Entonces no eres del criterio de que las suegras son malas como dicen?

No, de ninguna manera. Por lo menos con los hombres no son tan malas (y sonríe abiertamente). Las mujeres creo que son las que no las soportan, pero yo me llevo muy bien con la mía y con toda la familia, que es de Holguín, de donde son mis raíces.

¿Cómo te sientes papá?

Eso es lo más grande, me siento muy bien. Los niños se me parecen mucho, me tienen loco, a mí siempre me han gustado, pero debido a la natación no podía prestarles toda la atención. Siempre quería tener hijos, pero esperé para tener tiempo que dedicarles. Un niño necesita consagración, tiempo. Y siendo atleta no podía; ahora con el trabajo que desarrollo tampoco es mucho, pero sí puedo ayudar, estoy todos los días en la casa y apoyo a mi esposa, lo que es muy importante para las mujeres.

¿Desde cuándo te ataste a la natación?

Comencé con seis años de edad y me retiré con 27. Más de 20 por completo en este deporte, que es mi vida. Me han hecho ofertas para diversas cosas en diferentes esferas, pero a mí no me interesa nada que no sea la natación.

¿Qué ha significado para ti?

Ha sido mi madre, mi padre, mi formación; todo. Me crié prácticamente solo porque estoy becado desde los 10 años en la Marcelo Salado. Mi papá falleció cuando yo tenía solo dos años, no puedo recordar nada de él; mi mamá atendía a mi hermano. Fui muy independiente desde pequeño.

Recuerdo cuando me seleccionaron para la Marcelo, no quería que viniera a La Habana, vivíamos en la Isla de la Juventud y desde chiquito fui muy decidido con lo que quería y me interesaba mucho la natación, me encantaba, a tal extremo que mi mamá me castigaba con no poder nadar.

¿Te ayudó el deporte en tu vida personal?

La natación es un deporte muy difícil y como todos forma mucho a las personas, requiere un régimen, cumplir con una disciplina, y a veces en la casa los padres te malcrían y no es lo mismo que ser becado, donde lavas, te haces todo, existe un horario y eso te ayuda mucho, es muy bueno porque después así eres en la vida: una gente planificada, organizada, tus hijos van a ser igual.

La natación me ha enseñado bastante, casi todo lo que sé y agradezco mucho a mis entrenadores. En parte he tenido mucha suerte, pues disfruté su época de oro, el sistema de entrenamiento ya “masticado”, piscina con techo y calefacción; todo muy bien, y pienso que por eso también tuve los resultados. Hubo muy buenos nadadores, con excelente biotipo, pero no alcanzaron éxitos porque no tenían las condiciones que encontramos nosotros en el centro.

¿Qué te gustaría entregar a tus alumnos?

Quisiera trasmitirles toda mi experiencia y llevarlos al podio, les digo que los entreno para que sean medallistas mundiales y olímpicos. Ellos lo ven como algo muy lejano, pero si nosotros pudimos por qué ellos no. Se asombran cuando les decimos eso, pero hay que crearles esa mentalidad de que pueden llegar.

¿Se acuerdan de ti?

Sí, nos reconocen, se recuerdan no solo de nosotros medallistas olímpicos, también de otras generaciones porque compartimos en actividades y eso es bonito, que reconozcan a las personas que han entregado parte de su vida al deporte y no olviden a esas figuras.

¿Qué recuerdas de tu vida de nadador?

Desde que comencé, siempre digo que mi infancia, sobre todo en la Isla de la Juventud, fue muy buena porque además de estar en un deporte difícil los entrenadores que tuve supieron manejar eso. Sabían que estábamos en una etapa de niños, de jugar, de divertirse; y tienes un compromiso de entrenar, un régimen, y a veces hay preparadores que olvidan que trabajan con niños, y queman sus lógicas etapas.

En cambio tengo muy buenos recuerdos en esas edades, cuando entré en la Marcelo Salado, donde mi primer entrenador fue David del Cueto, por tres años, y mira qué casualidad, ahora laboro con él y me ayuda en mi aprendizaje como técnico.

A los 15 años promoví al equipo nacional, del cual también evoco gratamente a mis compañeros y mis entrenadores.

¿Qué piensas de las competencias?

Es lo más lindo que tiene un deportista, es una fiesta grande. Recuerdo que siempre que concluían me sentía un poco deprimido porque había amistades a las que no verías en un buen tiempo o jamás las volvías a encontrar. No se sabía. Por eso a mí la competencia me hacía sentir muy contento, las disfrutaba. Incluso después de retirado del deporte activo estoy en ellas y me parece que voy a competir.

¿Estás contento?

Sí, sobretodo porque junto al comisionado nacional, Rodolfo Falcón, estamos luchando por sacar otra vez la natación adelante. Estaba fuera, por la situación de los niños principalmente, pero bueno Falcón y otros entrenadores me entusiasmaron, más la ayuda familiar.

Muy contento porque mi antiguo profesor David es ahora mi compañero de trabajo y estoy aprendiendo con todos. Trabajo en una escuela de alto rendimiento porque es un centro nacional, pero en una categoría de tempranas edades (13 años) y son sistemas diferentes.

Cuando llego a la casa sigo trabajando porque es pensando en el entrenamiento del otro día para que lo asimilen bien, lo que quiere decir que estoy metido en esto de verdad y me hace feliz.

¿Qué te propones con tus alumnos?

Preparo a mis atletas para que lleguen más lejos que yo, que sean superiores y tengan más resultados. Cuba tiene muy buenos atletas y más que eso, muy buenos entrenadores. Siempre digo a los atletas que yo pongo más allá de lo que ellos imaginan, siempre pienso que lleguen a ser campeones olímpicos y multimedallistas mundiales, solo hay que entregarse y prepararse muy bien porque es un deporte muy difícil.

¿Por qué?

Los atletas tienen que estar muy bien mentalmente porque es a largo plazo, mis alumnos son adolescentes y no es que mañana serán monarcas ni siquiera a nivel de Centroamérica, pues es un deporte difícil y las condiciones muy duras.

La natación no es costosa si analizas que para practicarla solo hace falta una trusa, pero ¿y la piscina? Se necesita mantenerla, garantizar su climatización... Pero todas estas dificultades han hecho que nuestros técnicos sean más profesionales buscando el mejor rendimiento, pensando más.

Ya tengo dos experiencias con mis alumnos, que compitieron en el tope nacional de piscina corta en diciembre del 2007 y en marzo de este año en la Copa Marcelo Salado, en pileta larga, y estoy contento con mi labor, consciente que los resultados no están ahí al doblar de la esquina.

¿Por qué te decidiste a ser entrenador?

Me retiré en el 2004, después de los Juegos Olímpicos de Atenas, a los que no asistí. Estuve tres años fuera de la natación durante los cuales cumplí con el desentrenamiento y terminé la licenciatura en Cultura Física.

Gisell, mi esposa, era mi vecina, y en casi ocho años viviendo cerca nunca nos habíamos visto. Yo siempre estaba en la Marcelo entrenando, o en competencias. Cuando me retiré, al estar más tiempo en casa, nos conocimos y nació el amor; disfruto mi matrimonio y mis hijos.

Después Falcón me insistió para que empezara a trabajar en la Escuela, y yo realmente estaba loco por comenzar, volver a la natación para ser completamente feliz.

1 comentario:

Jobove - Reus dijo...

dando un paseo y leyendo tu blog
saludos desde Reus Catalunya