Lionel Messi ha sido legítimamente halagado como uno de los mejores jugadores que jamás haya pisado el césped, una afirmación que comenzó a escucharse más seguido tras sus cuatro goles ante el atibulado Arsenal. Uno de los más destacables -aunque raramente discutidos- aspectos de su juego es haber alcanzado un logro de este tipo sin haber desarrollado un corte de pelo que lo distinga. Cada uno de sus estilos favoritos, sea lacio y largo, corto para dejar ver sus orejas o en un punto intermedio al estilo Beatle, siempre parece que recién se ha levantado de una siesta, para salir de una peluquería de barrio sin mayores pretensiones.
Las habilidades superiores de Messi le permiten estas cuestiones. Sus pares no tienen tanta suerte. Los meros mortales y los menos dotados de talento tienen poco tiempo para ir definiendo su look de Copa del Mundo. Los estilos a los cuales se comprometan pueden ser muy buenos o muy, muy malos. No importa mientras se destaquen de la media.
El Mundial es muchas cosas: un espectáculo deportivo, un frenesí de marketing multinacional y un acto político casi en igual medida. Pero también es la muestra de talento más grande en el mundo del fútbol, una en la que casi todos los jugadores están llevando a cabo una audición. La clave es lograr estar en el centro de la escena, ser notado. Todo lo que se necesita es una corrida que lastime como un puñal o uno de esos goles que parecen desafiar la realidad. Si eso falla, un distintivo corte de pelo puede funcionar tan bien como aquello. En esta era de lucrativos derechos de imágenes, muchos jugadores se han aprovechado del hecho fundamental: un peluquero con imaginación y coraje (o, en su defecto, con sentido del humor) puede ser más útil que un preparador físico destacado cuando es hora de mover la pelota.
David Beckham es el pionero en este aspecto. Se ha afeitado, teñido, trenzado, rebajado, acondicionado -casi diría que cualquier cosa menos doblado- consciente de que este cambio radical en la forma de su cabello es suficiente para que la prensa del mundo hable de otra cosa que no sea su declinante talento.
Debería advertirse, igualmente, que no todo el mundo aprecia este tipo de creatividad. El ministro de Nigeria Otunba Olusegun Runsewe habló de las máximas estrellas de su equipo en 2004, incluyendo al entonces capitán Jay-Jay Okocha y al excelente goleador Nwankwo Kanu, en la televisión nacional: "Nuestra juventud tiene como modelos a nuestros jugadores del seleccionado.... no se olviden que en los países en desarrollo las trenzas en el pelo y los aros tienen cierto sentido de homosexualidad". Su crítica cayó en oídos sordos. Mejor así. Si no, quizá no podríamos haber celebrado el espíritu innovador de algunos caballeros que llevaron sus peinados únicos a otro nivel, para entrar en el panteón de leyendas de la Copa del Mundo.
El hombre que disimulaba la calvicie
Bobby Charlton, Inglaterra, 1962, 1966, 1970
Esta leyenda de Inglaterra no aceptó fácilmente su paso a la oscura noche de la calvicie. Largamente autoengañado acerca de su pérdida capilar, prefirió pasarse un peine al ras del cuero cabelludo y dejar el pelo pegado a su frente, y dejarlo como un pedazo de piel desesperado y flameente cada vez que ingresaba al área.
Der Afro
Paul Breitner, Alemania Occidental, 1974, 1982
La manera de vida libertaria de Breitner era una manifestación tangible de su radical visión política y su estilo de "ataque desde atrás" lo distinguió de sus más conservadores compañeros del triunfo en el Mundial de 1974. Mientras el legendario Franz Beckembauer era conocido como "Der Kaiser", Breitner tenía un apodo capilar: era "Der Afro."
Aloha Magnum
Graeme Souness, Escocia, 1978, 1982, 1986
Hoy en día, este look parece gritar DJ de Jazz Suave. En los '80, señalaba a un mediocampista de pierna fuerte de día, y un sex symbol por las noches. Los adoradores fanáticos de su club, Liverpool, se referían afectuosamente a su bigote-símbolo como la "escoba de útero."
Como una estrella infantil
Leonel Álvarez, Colombia, 1990, 1994
Jugando frente al excéntrico y ruloso arquero René Higuita, Álvarez contribuyó a uno de las defensas más peludas de la historia de la Copa del Mundo. Físico y duro, su juego agresivo era atemperado por sus suaves, dulces rizos. Acumuló el récord de la MLS por amonestaciones en una temporada y dejó claro que el corte de cabello le iba mucho mejor a Shirley Temple.(Más en,
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