domingo, 4 de julio de 2010

Semifinales para la historia


Dos partidos separan a las cuatro selecciones supervivientes del título de campeón de la Copa Mundial de la FIFA Sudáfrica 2010. Sin embargo, antes de pensar en el escalón más alto del podio, hay que superar el penúltimo escollo.
Muy a menudo no recordamos más que a los vencedores: sin embargo, algunos partidos de semifinales han quedado para la historia. A falta de pocas horas para los enfrentamientos entre los Países Bajos y Uruguay, por una parte, y Alemania y España por la otra, FIFA.com indaga en los anales del campeonato para revivir los más bellos cruces de semifinales.

Italia-Brasil 1938 (2-1)
De camino hacia su segundo título consecutivo, Italia tuvo que desembarazarse de un Brasil excesivamente confiado en sus posibilidades, tan confiado que se permitió dejar en el banquillo a su mejor jugador, el ariete Leónidas, y reservarlo así para la final. Una final a la que la Seleção no llegaría, por los goles marcados por Gino Colaussi y Giuseppe Meazza. Además de por la victoria de la Nazionale, el partido se recuerda porque Meazza transformó la pena máxima que daba la victoria a su equipo sosteniéndose el calzón con las manos, pues el elástico se había roto cuando tomó carrerilla.
Brasil - Uruguay, México 1970 (3-1)
Un instante de gracia, de locura o de genialidad: que decida cada uno. Frente a la Celeste, el brasileño Pelé nos regaló una de las jugadas más hermosas de la historia del fútbol: el regate sin siquiera tocar el balón que se permitió frente al portero uruguayo Ladislao Mazurkiewicz. Quizá el hecho de que Pelé fallase lo más sencillo: empujar el balón a la portería vacía, hace que la jugada y su autor resulten todavía más fascinantes. O Rei se resarciría más tarde en la final con un gol de cabeza tras un salto extraordinario y un genial pase a ciegas para Carlos Alberto.
Italia -RF Alemania, México 1970 (4-3 t.s.)
¿Fue aquel el partido del siglo? Por supuesto, los ánimos de vencedores y vencidos eran muy distintos tras el pitido final, pero ahora, 40 años más tarde, todos los protagonistas coinciden en señalar que fue un encuentro antológico. El 17 de junio de 1970, Italia y la RFA disputaron durante 89 minutos una tensa semifinal que enloqueció al fin del tiempo reglamentario. En el minuto 8, Roberto Boninsegna había puesto a los italianos por delante en el marcador, una ventaja que conservarían "sólo" durante 82 minutos: Karl-Heinz Schnellinger igualó el marcador cuando el partido agonizaba e inauguró una media hora de leyenda. Gerd Mueller adelantó a la Mannschaft (94’, 2-1), pero Tarcisio Burgnisch empató cuatro minutos después (98’, 2-2). Gigi Riva dio de nuevo la ventaja a los italianos (104’, 3-2) y Mueller se la arrebató casi de inmediato (110’, 3-3). En la reanudación del juego, Gianni Rivera marcó un nuevo gol que, en esta ocasión, la Nazionale Azzurra supo defender hasta el final (111’, 4-3).
Además de este final vertiginoso, otras imágenes han quedado para la historia, como la del líbero alemán Franz Beckenbauer jugando los últimos 20 minutos y la prolongación con una clavícula rota y el brazo en cabestrillo, y el mismo Kaiser rodando de rabia por tierra después de que Mueller errara su tiro cuando él se encontraba desmarcado.
RF Alemania-Inglaterra, Italia 1990 (1-1 t.s., 4-3 PEN)
El maleficio inglés de los penales nació aquel 4 de julio en el Stadio Delle Alpi tras un encuentro dominado por los Tres Leones. Incluso la ventaja psicológica parecía estar del lado de los ingleses, que consiguieron igualar el encuentro después de que Alemania inaugurara el marcador con el rebote en una falta que había botado Andreas Brehme. Comandada por un Paul Gascoigne en estado de gracia, Inglaterra empató a 10 minutos del final por medio de Gary Lineker. Pero hace falta mucho más para desestabilizar a los alemanes: el propio Lineker los describiría tras el partido como "los que acaban ganando siempre". Además de los fallos de Stuart Pearce y Chris Waddle que dieron por tierra con las esperanzas inglesas, de aquel partido quedaron para la posteridad las lágrimas de Gascoigne, un llanto provocado por una tarjeta amarilla que habría privado a "Gazza" de participar en la final y que conmovió al mundo entero.
Italia-Argentina, Italia 1990 (1-1 t.s., 3-4 PEN)
Nunca la ciudad de Nápoles estuvo tan dividida como durante esta semifinal. En las gradas, el público no sabía si animar al equipo nacional o a su ídolo argentino, Diego Armando Maradona. Finalmente, tras haberles deparado tantas alegrías, el Pibe de Oro hizo llorar a los aficionados napolitanos al eliminar al país anfitrión. Con todo, el héroe de aquel encuentro fue el guardameta argentino. Llegado a la titularidad tras la grave lesión de tibia de Nery Pumpido, Sergio Goycochea detuvo los disparos de Roberto Donadoni y Aldo Serena y condujo a los Albicelestes a su segunda final consecutiva.
RF Alemania- Francia, España 1982 (3-3 t.s., 5-4 PEN)
Todas las emociones posibles comprimidas en 120 minutos: la semifinal disputada en Sevilla es una de las más hermosas y una de las peores de la historia del equipo francés, así como un recuerdo imborrable para todos los aficionados alemanes. Dos equipos en constante toma y daca: el elegante juego del cuadrado mágico formado en torno a Michel Platini; la abnegación alemana, que le permitió remontar dos goles; la salvaje salida de Toni Schumacher contra Patrick Battiston, quien no volvió a levantarse; un disparo al travesaño de Manuel Amorós, que habría podido ahorrarles la prórroga a los Bleus; la inspiración de Jupp Derwall, que dio entrada a Karl-Heinz Rummenigge para que marcase pocos minutos después; la desesperación de Uli Stielike, que creyó haber condenado a los suyos tras fallar su penal, antes de que los franceses Didier Six y Maxime Bossis hicieran lo propio... Alemania llegó a la final, pero ante Italia pagó muy caro aquel derroche de energía y emociones.
Francia-Croacia, Francia 1998 (2-1)
Jugador del partido: Lilian Thuram. Poco acostumbrado a aventurarse más allá de la línea de medio campo, el defensa francés sólo marcó dos goles en sus 142 partidos con la selección nacional, un doblete en apenas 20 minutos que clasificó a Francia para su primera final. Sin duda, cabe ver aquí una relación de causa y efecto: un error de colocación del propio Thuram en su marcaje del ariete croata Davor Suker había permitido a éste inaugurar el marcador nada más empezar la segunda mitad. Su rabia y la mirada fija de quien no sabe lo que le está pasando tras el segundo gol forman parte de la historia del certamen.
Alemania-República de Corea, Corea/Japón 2002 (1-0)
2002 podría haber sido el año de la consagración de Michael Ballack, pero terminó en pesadilla. Tras acabar segundo en liga con el Bayer Leverkusen y perder las finales de la Liga de Campeones de la UEFA y de la Copa de Alemania, el mediocampista llevó a su equipo hasta la semifinal de la Copa Mundial 2002 y se convirtió incluso en el autor del único gol del partido frente al país coorganizador, pero una tarjeta amarilla le privó de participar en el último encuentro. Héroe maldito, nunca sabrá si su presencia habría cambiado el rumbo de la final perdida por 2-0 ante Brasil.

Alemania-Italia, Alemania 2006 (0.2 t.s.)
A los 65.000 aficionados alemanes presentes en Dortmund, no les cabía duda sobre el desenlace del encuentro. Alemania no había perdido nunca en aquel estadio y gozaba desde el comienzo de la fase final del apoyo incondicional de todo el país. Más aún: la Mannschaft venía de ganar milagrosamente los cuartos de final contra Argentina. Italia, por su parte, había llegado a la penúltima ronda sin grandes sufrimientos, pero sin resultar tampoco especialmente convincente. Los anfitriones crearon las mejores ocasiones, entre ellas un espléndido tiro de Lukas Podolski en la prórroga, que atajó Gianluigi Buffon. Durante los últimos y decisivos minutos, Marcello Lippi decidió jugársela con dos nuevos atacantes, Vincenzo Iaquinta y Alessandro Del Piero. La jugada le salió bien: pocos instantes después, la Nazionale anotaba dos goles seguidos, en los minutos 119 y 121.Para más informaciones diríjase a;
fifa.com

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