lunes, 16 de julio de 2012

DE LA HISTORIA OLÍMPICA: Hacia la Grecia antigua

Los juegos de la antigüedad

Si existiera realmente Víctor Arkádievich, protagonista del cuento de ciencia ficción soviético La bola de nieve, le hubiéramos pedido prestada su máquina del tiempo.
La magna cita de Londres 2012 está bien cerca y tenemos, lectoras y lectores, un viaje pendiente hacia el pasado. Primero, a la Grecia Antigua en busca de los antecedentes de los Juegos Olímpicos modernos. Después, certamen por certamen. ¿Qué les parece…? Y como Arkádievich y su aparato únicamente existen literariamente, usemos otros caminos: de manos de testimonios, recuerdos, lo histórico. Demos ya un salto hacia La Iliada.
Hacia la Grecia antigua
…así entonces a Ulises acosaban/ los troyanos. Más el, que protegido/ era por Jove, acometió valiente/a Deyopites con su aguda lanza,/ y el hombro le hirió. También la vida/ a Ennomo y a Toón quitó; y haciendo/estrago mucho en la troyana hueste./ luego a Quersidamente, que del carro/ saltaba en tierra, en el ijar derecho,/ por la parte que entonces presentaba / del cóncavo broquel no defendida/ clavó su lanza, y en la arena el triste/cayendo, asió con la robusta mano/ la tiera y expiró…

Espere. No hay equivocación. Vistazo ahora a las competencias efectuadas durante los funerales de Patroclo.
… Colocados/en línea ya de la carrera Aquiles/ la meta les mostró. Los tres salieron/de la barrera juntos, y a los otros/ Ayax se adelantó; pero de cerca Ulises lle seguía.. Cuan cercano/ al pecho está de la mujer al huso, / que ella revuelve sin cesar ligera, / cuando de la madeja devanando/está el ovillo, y en su pecho afirma/ el extremo del huso::tan de cerca/ a Ayax seguía Ulises, anhelosos/ siempre corriendo. Y en la huella misma/ que Ayax hiciera, la robusta planta/ antes ponía Ulises que de nuevo/ el polvo la cubriese; y la cabeza,/ siempre corriendo fácil, le mojaba/ con su aliento.

Aplaudían los aquivos/todos al ver que con tenaz porfía/ así aspiraba al premio prometido/al vencedor; y en clamorosas voces/ más y más le animaban. Cuando cerca/estaban ya del término, en secreto/ dijo a Minerva, Ulises: - Mi plegaria/ escucha , Diosa, y ligereza infunde/ a mis piernas y pies-.Oyó benigna/Minerva su demanda; y más ligero/hizo su cuerpo todo y a sus piernas/ infundió nuevo vigor, y aun a sus manos/dio más agilidad. Y cuando estaban/casi en la meta ya,/ y ambos creían/el premio conseguir, hizo la Diosa/ que Ajax en unas hierbas resbalase/ todavía manchadas con el fiemo/ de los toros que Aquiles inmolara/ sobre la pira de Patroclo. En tierra/ Ayax cayó, y la boca y las narices/ de lodo se llenó; y el primer premio, / la urna de plata, el astuto Ulises/que delante pasó. Recibió ufano.
Más allá de la poesía
Los mismos héroes, el mismo afán de sobresalir y vencer. Lógico: hay enlace entre las acciones bélicas y las de los desafíos musculares. La guerra influyó en el impulso al deporte entre los compatriotas de Homero y en el propio surgimiento de los grandes certámenes: el batallar entre las ciudades, la lucha por lograr y mantener la hegemonía en el mundo, la defensa de los propios territorios de otras huestes sedientas de poder, riqueza y gloria eran habituales. Hacían falta hombres fuertes, resistentes, sanos, ágiles, corajudos para matar y evitar ser matados, hacían falta duros combatientes. La cultura física fue instrumento para obtenerlos.
Y si las armas descansan, como única ocupación noble y honrosa vale la contienda deportiva. En ello pesaba el desprecio al trabajo manual, la idea de plenitud de ocio propia de los helenos de entonces. No se niega el papel recreativo del deporte, desarrollo de la educación corporal, en un principio, imitación competitiva de las actividades laborales o bélicas. No obstante, hasta para recrearse en una sociedad opresora como esta, hay que pertenecer a las castas privilegiadas, las únicas que pueden gozar del añorado ocio.
Se realizaban torneos en Olimpia, Delfos, Corintos. Los primeros eran los mejores, los más famosos y se efectuaban en honor a Zeus. Había organización: se efectuaban cada cuatro años- en verdad, la etapa de tiempo olímpica-, un año antes debían inscribirse los aspirantes a contendientes; existían escuelas de entrenamiento.
Numeroso público presenciaba el evento desde la jornada de apertura; las mujeres no podían participar ni siquiera como espectadoras. En ese régimen se iba más allá de esta discriminación: las féminas servían únicamente para procrear Era una democracia esclavista. Los no libres eran tratados como bestias. Solo los ciudadanos podían medir fuerzas en lanzamientos, llaves, carreras…Tampoco los bárbaros competían en estas citas: para los griegos, bárbaro era cualquier extranjero.
Las diferencias por el bolsillo seguían marcando la propia lid: un ciudadano pobre tenía que trabajar muy duro para no ser encadenado por deudas y no tenía tiempo para lo agonal. Disciplinas como la carrera de carros tiradas por caballos y las pruebas musicales eran para los ricos, los únicos que poseían cabalgaduras e instrumentos. Eran menos exclusivistas las carreras a pie, la lucha, los lanzamientos. Los vencedores obtenían coronas de laurel, sus nombres eran inscriptos en listas especiales y se les levantaban monumentos. En teatros y actos públicos se les cedían puestos principales. El poeta Píndaro supo cantarles a esos ases como ninguno; en su labor, raíces del periodismo deportivo.
La historia continuó su carrera de fondo. Macedonia dominó a Grecia, destrozada por las pugnas internas; luego, Roma, su circo-leones, gladiadores, cristianos crucificados- y la decadencia que facilitaría la destrucción del imperio. La crisis golpeó la cultura y los Juegos no escaparon: en el año 393 fueron suspendidos por un edicto.
La justa, al desván de la humanidad. Regresaría cuando el capitalismo acababa de hacerse monopolista. Atenas, en 1896, albergaría la primera de la época actual. Los esfuerzos fundamentales se debieron al francés Pierre de Freddy, barón de Coubertin. En el siglo XX, las dos guerras mundiales las harían aplazar tres veces.
Tomado de cubasi.

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